Giving in

 Cap.1: the concert

A las seis y media de la mañana suena el despertador. Se levanta perezosamente frotándose los ojos antes de hacerse una coleta para empezar el día. Su trabajo no empieza hasta las ocho, pero tras un baño y ponerse una falda negra y la camisa blanca dentro de ésta, se sienta delante de su ordenador al tiempo que desayuna. Así empiezan todos sus días; levantarse con prisas, desayunar y estudiar todos los movimientos que la empresa hizo al día siguiente, para finalmente, irse a trabajar.

Trabajar era algo que Noelia odiaba, los de la oficina eran demasiado para ellos: mujeres cotilleando en todas las esquinas, hombres babeando detrás de su falda, y unas máquinas expendedoras bastante defectuosas. Pero siempre había excepciones, excepciones que se habían convertido en sus amigos. Pero si había algo que hacia odiar su trabajo de la forma en la que lo hacía era él; su jefe: Jamie Dornan , el propietario de Dornan’s Productions

Dornan’s Productions era una productora bastante famosa de películas, cada año obtenían millonadas desorbitantes por un par de películas que terminaban siendo éxitos en taquilla. A sus 26 años con una carrera en marketing y algunos máster a sus espaldas, Noelia se dedicaba a la promoción de películas, a la publicidad, la realización de pósters, dar el visto bueno a los tráilers y realizar entrevistas a algunos actores; todo ello bajo la supervisión de su jefe, ese que nunca daba la cara y que, cuando algo no le gustaba, mandaba a alguno de sus empleados a decírselo a ella.

No se habían visto la cara más de dos veces, pero las dos veces habían acabado enfrentados. Suspira resignada cuando se sienta en la mesa de trabajo, abre los archivos y empieza a leer cuando uno de los empleados le hace un gesto con la mano para que se acerque. Por su cara, no era nada bueno.

-El señor Dornan quiere verte a las once en su despacho

Ella asiente y luego se pasa la mano por la frente. ¿Qué querría ahora su jefe? ¿Qué era lo que no le había gustado? Se mete en su trabajo y empieza a revisar los últimos movimientos, los últimos tráilers, pósters. Todo está perfecto, la publicidad, las campañas; la película que estaban promocionando iba a ser un éxito y ella lo sabía.

-Noelia, tienes una llamada

Levanta la vista para encontrarse a la recepcionista, Maggie, que tan mal le cae y le da una sonrisa falsa. Nunca se han gustado la una a la otra, pero se tenían ese respeto laboral que en muy pocas empresas se consigue. Le acerca el teléfono y sonríe.

-¿Sí?-Contesta cuando dos voces la sobresaltan al otro lado de la línea-Claro, estaré allí a la hora de comer. Besos.

Sonríe cuando descuelga el teléfono y mira el reloj, quedan cinco minutos para las once. Se alisa la falda y la camisa mientras se dirige al despacho de su jefe. En la puerta la inscripción de sus iniciales en una placa de color plata la hace suspirar <<Estúpido engreído>> Piensa. Cuando empuja la puerta los recuerdos la transportan a aquél día en que abrió la puerta por primera vez.

-Señor Dornan, la Señorita Rivera ya está aquí-Anuncia la recepcionista agitando su melena negra.

-Gracias, Maggie, ya puedes retirarte- Él ni siquiera la mira para despedirse-Siéntese, en un rato estoy con usted.

Noelia obedece observando el despacho brevemente pero sin poder evitar fijarse en el hombre que tiene delante, de espaldas a ella, mirando por la gran cristalera, traje y chaqueta impoluto, el pelo desordenado pero de una forma que ella califica ‘’sexy’’ y esa voz ronca que hace que casi le dé un infarto.

-Señorita Rivero-Se gira lentamente y Noelia no puede ni siquiera parpadear. El traje se ajusta perfectamente a su cuerpo,  lo mira desde los pies a la cabeza y casi gime cuando lo hace. <> Sin duda, es el tío más sexy que ha visto en su vida, y con una mirada de infarto. Es lo que sus amigas llamarían ‘’un tío demasiado buenorro’’.

-En realidad es Rivera…

-Mmmm-Noelia se fija en como la nuez sube y baja al tragar y desvía la mirada rápidamente –Perdón, tengo la cabeza en otro sitio-Lo miró de reojo y pudo ver sus ojos clavados en la piel de las piernas que quedaba al descubierto por la falda <<¡No se corta ni un pelo!>>. Cruzó las piernas disimuladamente y bajo la vista a su regazo jugando con las manos-Tiene usted un expediente impecable, nada de experiencia pero una formación exquisita.

-Gracias-Y justo después una especie de suspiro salió de sus labios

Se pasaron toda la mañana hablando, de los centros de estudio, de las compañías cinematográficas más importantes, de algunos estudios de fotografías, un largo etcétera que duró horas, horas en las que Noelia no podía sentirse más incómoda con la presencia de Jamie Dornan, apretando las piernas cada vez que él se inclinaba para decirle algo al oído <<¡¿Qué necesidad hay de susurrarme algo cuando estamos en la misma habitación?!>> Había pensado una y otra vez.

-El puesto es suyo señorita

No se lo creyó, miró y pestañeó varias veces intentando asegurarse de que era cierto; al fin y al cabo era el trabajo que quería y por el cual se había sacrificado tanto. De forma automática se alisó la falda, y salió rígida del despacho, aún sin creerse que el trabajo fuese suyo

-La veo mañana, señorita Rivera.


-¿Noelia?-La voz de su jefe la trajo nuevamente a la realidad, golpeándola de lleno. ¿Cuánto tiempo llevaba apoyada en la puerta bajo la mirada de su jefe que no paraba de mirarla desde el otro lado del despacho?- ¿Está usted bien?-Asiente mientras se coloca el pelo y se adentra en el despacho; o en la boca del lobo como le gustaba llamarlo-Siéntese por favor


Y como si fuese una orden dada por un superior se sienta  en la silla acolchada en cuero que hay frente a la mesa colocando las manos en sus piernas y clavando la mirada entre sus cejas. Sus amigas le habían repetido una y otra vez que para evitar situaciones incómodas le mirase las cejas, que así parecía que lo miraba a la cara.

-Me gustaría hablarle de su último trabajo-Ella asiente al tiempo que el mete la mano bajo el escritorio y encuentra el cartel de la película que promocionan- ¿Podría explicarme por qué ha mezclado tantos elementos? Todavía no entiendo el arcoíris del fondo y ese polvo brillante que cae sobre los personajes, creo que dejamos claro que el póster promocional tenía que estar centrado en los personajes…

-Y lo está-Se asusta un poco de sí misma por el tono de su voz; fuerte y decidido-Los personajes están justo donde deberían estar, cuando una persona lo mira, lo primero que ve es a ellos…

-¿Pero y esta brillantina en el póster? ¿Este paisaje con esas formas extrañas? Sinceramente no lo entiendo, usted hace trabajos increíbles, trabajos que nos sitúan en primera plana en todas las revistas y periódicos, pero con esto-Dice mientras señala el póster con desdén haciendo que el enfado de Noelia empiece a correr con rapidez por sus venas-Esto no tiene sentido.

-¿El qué no tiene sentido?-El enfado hace eco en su voz y se reprende a si misma por ese tono de voz-¿Acaso no has leído la reseña?-Sus sospechas se confirman cuando lo ve buscando cualquier cosa por el cartel que le diese una respuesta sobre la película-¿Enserio? ¿No se ha leído la reseña de la película y me dice que mi trabajo es malo? Por si no se ha enterado, es una película de fantasía, y eso que brilla no es otra cosa que polvo de hadas- Se pone en pie, indignada con el desplante de su jefe y se dirige a la salida con la cabeza en alto-Que tenga un buen día señor Dornan.

Dando un portazo sale del despacho provocando que miles de ojos se fijen en ella. Va hasta su mesa, recoge las cosas y sale de la empresa con los ojos encendidos en rabia y furia. Una vez fuera llama al taxi y se dirige hasta el restaurante italiano donde ha quedado con sus amigas de toda la vida. Al llegar pide la mesa de siempre y se sienta a esperar

-¡¡Noelia!!-Sus dos amigas la saludan desde la entrada agitando la mano- No tiene muy buena cara ¿no crees?-La morena le comenta a la rubia una vez están cerca de la mesa, lo que les hace ganarse una mirada asesina por parte de Noelia.-Ups, la jefa no está para bromas.

Se sientan a cada lado de la mesa y Noelia les sonríe amablemente. Había conocido a Katie y Sabrina cuando era muy joven, demasiado. Se habían conocido en un club de Crónicas Vampíricas, serie que habían seguido y montado sus propios clubs de fans, y desde ese momento no se han separado. Katie llevaba una vida bastante agitada siendo la dueña de varias compañías de viaje, y Sabrina era dueña de varios despachos de abogados por todo el país. A pesar de lo poco que se veían tenía las mejores amigas que podía pedir.

-¿Enserio le dijiste eso?-Katie exclama asombrada mientras Sabrina se ríe bebiendo de su copa.

-Sí, y seguramente mañana, a primera hora tenga una carta de despido en mi mesa…¡¡Bien!!-Exclama irónicamente antes de darse una palmada en la frente-Tenía que haberme callado, pero ¡qué tío! No paraba de decirme que estaba mal cuando ni siquiera se había leído de qué iba la maldita película

-Ya, tu jefe es un cabrón-Recalca Sabrina dando vueltas a los espaguetis con el tenedor.

-Uno que está bastante bueno por cierto-Dice Katie a la vez que se gana una patada en el tobillo.

-¡No sé lo que voy a hacer!-Desesperada da vueltas a su plato con el tenedor bajo la atenta mirada de sus amigas.

-Nosotras sí-Katie mete la mano en su bolso y le extiende la entrada de un concierto-Llevas tiempo queriendo ir! Y vamos a ir-Sentencia sin darle tiempo a las otras chicas para responder.

Sin pensarlo coge su entrada y la mete rápidamente en su bolso. Salen del restaurante con una sonrisa inmensa y se dirigen a la heladería de la esquina. Unos tés y helados le alegran la tarde a cualquiera, y más si está llena de risas y complicidad.

Noelia pasa la tarde frente al espejo, no es que se preocupe por lo que se vaya a poner, simplemente no puede creerse que le haya plantado cara de esa manera a su jefe. ¡Maldito gilipollas! Se dice a sí misma para no pensar en si le va a costar o no en su puesto de trabajo.  Termina poniéndose unos vaqueros ajustadísimos con una camisa sin asillas negra, botas y cazadora de cuero. Maquillaje suave y una coleta rápida y alta para salir del paso.

A las 19.30 está esperando hasta que Sabrina aparece en su Audi color negro brillante. Katie ya estaba con ella en el asiento copiloto saludándola con la mano. Se hunde en el asiento trasero mientras juega con la correa de su bolso. Hacía tanto tiempo que no tenía una noche de chicas…Llegan al local casi abarrotado de gente, y se sientan en una mesa cercana mientras ordenan las bebidas.

La música empieza a sonar con un pequeño estruendo,  y el local empieza a animarse al tiempo que los cuerpos se mueven al compás de la música.

-Voy a buscar algo a la barra ¿Queréis algo?-Pregunta Noelia con una sonrisa a sus amigas mientras le da vueltas a la pajita en su vaso. Ha decidido que va a olvidarse de lo que ha pasado con su jefe, aunque  no pueda olvidar a esos ojos grisáceos mirándola como un depredador.

Tras la negación de sus amigas, que aún no se han acabado las copas, se dirige a la barra del local, pasando entre la marea de cuerpos movedizos. Entrecierra los ojos para leer el cartel de bebidas y se maldice por no ponerse las lentillas.

-Un ron con coca-cola-Dice rápidamente apoyándose en la barra

-¿No te parece  que ya tienes una edad suficiente como para beber cual colegiala?

-No puede ser, no puede ser…-Murmura para sí misma, media congelada con la voz a sus espaldas. Se gira lentamente hasta encontrarse con su jefe cara a cara. Tiene que morderse la lengua para no decirle lo bueno que está en vaqueros y una simple camiseta desgastada- Hola

-¿Sólo ‘’hola’’? ¿Se ha quedado sin palabras después de la reprimenda que me dio en mi propia oficina?-Noelia arquea la ceja cuando él se acerca a ella y pasa un brazo a su alrededor, encerrándola entre la barra y su brazo-Un gin tonic de pomelo y arándanos suave para la señorita y Bourbon para mí, por favor.

-No necesito que pidas por mí-Le avisa cuando el camarero se acerca con las copas, él hace un gesto al camarero que Noelia no aprecia-Ya tengo suficiente edad ¿no crees?

-Estoy de acuerdo, una niña no hubiese entrado a mi despacho de esa manera-La agarra el brazo a la altura del codo y la mira directamente a los ojos. Noelia piensa que va a morirse ahí mismo, que ese hombre no puede ser real-Ven conmigo, el camarero nos servirá en mi mesa.

Siguen al camarero por la multitud hasta un segundo piso donde los guía hasta un palco redondeado, con cortinas oscuras alrededor. Noelia se acerca al borde y puede ver perfectamente el concierto, incluso mejor que en su mesa en primera fila. Desde allí también ve a Katie y Sabrina hablando entre ellas . La culpabilidad la golpea y decide ser breve: se tomará la copa y se irá

-No esperaba verte en un concierto de este tipo-La voz a sus espaldas la sorprende  y lo mira asintiendo con la cabeza, algo incómoda por la proximidad de cuerpos-Siéntate-Y como si fuera una autómata, lo hace-Bueno señorita Rivera-Se crispa cada vez que la llamase por su apellido y hace una mueca que el capta al momento-Espero que se esté divirtiendo…

-No estamos en horas de trabajo-Le corta tajante-Aquí, tú no eres mi jefe ni yo soy tu empleada, por lo que no me hables con formalismos o como si yo te debiese algún tipo de respeto o sumisión, porque te informo que no es así...

-Tienes una lengua muy larga…-Noelia arquea la ceja y sonríe para sí misma, no es la primera vez que se lo dicen, sus amigas se lo repiten constantemente-Me alegra saber que para usted, fuera de mi empresa no soy nada

-Yo no he dicho que seas nada…-¡Mierda, cállate! ¿Qué estás diciendo? Se siente un poco estúpida consigo misma y bebe de su copa, arrugando un poco la frente cuando la ginebra pasa por su garganta-He dicho que fuera del trabajo no me gustan los formalismos, creo que ya tenemos bastante durante ocho horas diarias.

-Está bien, Noelia-Dice su nombre de una forma que Noelia considera que debería estar prohibido, como si estuviese susurrándoselo en algún momento íntimo-¿Le gusta este tipo de música?-Asiente y sonríe un poco al ver que a Jamie le cuesta perder los formalismos.

-Sí, pero no me esperaba en absoluto que a ti te pudiese gustar…

-Hay muchas cosas que no sabes de mí-Y lo dice mirándola directamente a los ojos. Noelia se levanta acalorada y se dirige al balcón con la bebida en mano para mirar de cerca. Le encanta ver a toda esa gente conectada por una misma pasión y un mismo ritmo-¿No te parece?-Noelia se sobresalta al notar su aliento rozarle la oreja, está justo detrás de ella, con las manos apoyadas en la barandilla de mármol

-Quizás-Bebe rápido la copa intentando olvidarse de la sensación de su espalda contra el pecho de Jamie. No sabe que decir o hacer cuando le quita la copa vacía de la mano y la deja en la mesa, volviéndola a acorralar entre sus brazos. Bueno, tampoco es que ella se moviese…-¿Me vas a despedir?- Es lo único que se le ocurre decir. La verdad, es que si la despidiesen, le costaría tanto…

-Pensé que ya no estábamos en horas de trabajo-Le recalca muy cerca de su oreja acercándose más a ella. Noelia no se enfrenta a él, simplemente se relaja con la música y disfruta de la sensación de su pecho subiendo y bajando contra su espalda, dejándose embriagar por su perfume tan característico-Estás muy tensa…deberías descansar más-Pasea sus manos sin ninguna vergüenza por los hombros y brazos de forma tentadora.

-Podría si mi jornada laboral me lo permitiese-Nada más decirlo se muerde los labios con fuerza, intentando que no se le escape nada más. Pero está segura de que su jefe no sabe la cantidad de horas dedicadas para que la imagen de Dornan’s Productions sea siempre impecable-Lo siento…

-No te preocupes-Instintivamente sus manos se apoderan de las caderas de Noelia, no es un agarre firme, simplemente tiene las manos apoyadas, pero le parece que es un sitio perfecto para dejar sus manos ahí durante horas.

No se había fijado mucho en ella. Mentira, sí que lo había hecho, la había analizado de arriba abajo varias veces y se había perdido en sus piernas, imaginándose lo que habría bajo la falda, lo que se sentiría en arrancarle la falda ahí mismo. Se había encontrado vagando en su blusa blanca con los tres primeros botones sueltos, dejando ver la forma de sus pechos cada vez que hacía algún movimiento. Y él había tenido que mirar por los ventanales de su oficina para no tener una erección allí mismo.

Pero sí era cierto que no se había fijado lo suficiente. Su cuerpo era lo que él denominaría perfecto, tan perfecto que quiere arrancarle la ropa y contemplarla bajo los focos que tienen encima. Labios perfectos para ser besados y unos ojos que lo matan lentamente. Aprieta sus manos en torno a sus caderas para reprimir el impulso de enredar sus manos en su pelo.

Noelia lleva quince segundos cronometrados mirando las manos que están sobre ella. No quiere moverse y tan poco sabe que decir. Ella sí se había fijado lo suficiente en él, lo suficiente como para conocer todos los rasgos de su cara, la curvatura de su cuello y la clavícula escondiéndose en la camisa de su traje. Las arrugas de sus pantalones cada vez que se sentaba o se apoyaba en la mesa de su despacho. Esos ojos grisáceos capaces de congelar a cualquiera  y hacerla arder. Pero sus manos eran especiales, grandes y dedos finos, como un pianista, con alguna que otra cicatriz, pero todo lo demás era perfecto.

Jamie va a volverse loco, ella tiene la cabeza casi apoyada en su pecho y él está apunto de enterrarse en su pelo. Nunca creyó que eso pudiese ser posible, sentir la urgencia en sus manos por acariciarla, por hundir la nariz en su pelo y olor, por querer hacerla suya de cualquier manera.

Noelia está demasiado cómoda entre sus manos, las manos en sus caderas la relajan de tal forma que no siente ningún tipo de remordimiento a la hora de apoyarse en el pecho de su jefe. Bueno, ya no se acuerda ni de que sea su jefe, sólo está concentrada en la sensación de su pecho duro en su espalda. Se mueve instintivamente y lo siente tensarse, incluso sus manos se aferran un poco más fuerte. <>  Sus ojos se abren cuando siente la erección tocar la parte baja de su espalda, y se marea cuando toda la sangre se acumula en sus mejillas.

-Deberías ir con tus amigas, quizás te estén buscando-Le susurra  apartando el pelo hacia un costado, dejando vagar  sus manos un rato más por su cadera hasta que tiene que soltarla.

-Sí, debería irme-Se separa de él, y por un momento la falta de contacto le resulta dolorosa-Buenas noches señor Dornan.

Se aleja de allí rápidamente, con el corazón martilleándole en el pecho con tanta fuerza que cree que se le va a escapar. Se funde entre la multitud y se reúne con Katie y Sabrina quienes la cuestionan con la ceja levantada, ella solo hace señas que interpretan como un ‘’después’’. Cuando el local se empieza a desalojar recogen sus cosas. Noelia suspira y se acaricia el pelo, y siente como si le faltase algo, como si se hubiese dejado alguna parte de sí misma con su jefe. Tonterías Noelia, sólo intentaba amedrentarte Se coloca el bolso y sale del local con sus amigas ajena al hecho de que su jefe no ha apartado la vista de ella.

No habla con sus amigas por el camino, prefiere oírlas a ellas que contarle el altercado en el palco. Una vez en casa y con el pijama puesto vaga por los pasillos intentando quitarse la sensación de las manos de su jefe. Finalmente desiste y se acuesta en la cama, tras varias vueltas y varios pensamientos sobre las manos de su jefe se duerme. A las diez y media de la mañana el timbre la sobresalta, mira el reloj alarmada y sale corriendo

-Se me olvidó la alarma…

Se acerca a la puerta sin ni siquiera comprobar quien es y la abre. Frente a ella hay un ramo enorme de rosas con una caja al lado y una nota. El chico que está detrás le sonríe y le da los buenos días. Una vez dentro deja las flores en la mesa de la cocina y coge la tarjetita que cuelga de ellas.

Noelia traga con fuerza, está tensa pero aliviada al saber que continúa con su trabajo, pero demasiado inquieta con la petición del que sigue siendo su jefe. Abre la cajita y casi gime al reconocer el azul de Tiffany, Esto no puede ser para mí.. Gira la nota adjunta y reconoce su letra inmediatamente: Por un trabajo impecable. Gracias. J.D Las iniciales brillan en tonos plateados y desliza el lazo blanco y abre la tapa.

-Oh dios…-El brazalete plateado brilla en la caja con fuerza propia, tanta que Noelia piensa que podría encandilar a cualquier persona. Es una cadena fina con piedras brillando en cada movimiento de la caja. La cierra rápidamente y enciende su portátil, en dos minutos está en la página de Tiffany y con la mandíbula desencajada

-¿Tu jefe se acaba de gastar en ti 1.500 dólares?-Katie es la primera en responder a su whatsapp en el grupo que tenían desde hacía bastante tiempo.

-Vaya…eso sí que es una sorpresa en toda regla… ¿Y vas a cenar con él?-Sabrina le envía un emoticono sonriente junto a la pregunta

-No lo sé…pero le pienso devolver el brazalete…es demasiado para un simple trabajo…

-¿un simple trabajo? Te pasas la vida ahí, haces horas extras y te dejas la piel. Seguro que ni él sabe todo lo que haces. Te mereces eso y más-La contestación de Katie seguida de los emoticonos sonrientes de Sabrina la animan y la hacen sonreír.

-Decidido. Esta noche cenaré con Satán.

Tras una mañana poco productiva decide tener una tarde menos productiva, tirada delante de la televisión en su sofá, no lo quiere admitir pero está nerviosa, hace tiempo que no tiene una cita No es una cita… Se repite una y otra vez, tampoco quiere que lo sea, sus citas nunca acaban bien. 

Finalmente se levanta del sofá desperezándose por el pasillo de su loft. Una vez en el baño llena la bañera hasta arriba asegurándose de que el jabón hace espuma. Tras un rato decide que es hora de salir y empezar a vestirse. Rebusca en el armario dándose cuenta de que no tiene nada decente para salir a cenar pero ¿quién tiene algo decente para ir a cenar con su jefe? Al final, y sin más remedio, opta por un vestido corto ceñido de color negro, unos tacones rojos maquillándose los labios del mismo color. Juguetea con el brazalete observando a través del espejo como brilla contra su piel. Finalmente lo vuelve a meter en la caja de Tiffany. Opta por dejarse el pelo suelto y se coloca el bolso mientras llama a un taxi.

Se sorprende al ver que en la puerta de su edificio hay un coche esperándola, con un chófer sonriente esperando por ella. Noelia arquea la ceja cuando el hombre le da una copa y una cajita con las letras inconfundibles de su jefe. Una caja del mismo color que la del brazalete, con unos pendientes a juego con el mismo. Suspira indignada y los tira dentro del bolso contemplando la ciudad a través de las ventanillas.

Cuando llega se sorprende de lo poco que conoce de la ciudad, porque no reconoce ni el lugar ni el local.  El restaurante está presidido por una fuente de piedra y mármol con motivos del mar y una sirena bordeándola, unos pajaritos tallados y algunas inscripciones. La acompañan hasta la entrada donde la llevan hasta su mesa.

El corazón se le acelera cuando pasan por la puerta que pone VIP y lo ve sentado al fondo, en una mesa en la que perfectamente podrían comer cuatro, con un traje gris y la camisa azul haciendo contraste. Se levanta y antes de decirle nada le rueda la silla para que se siente.

-Buenas noches señorita Rivera-Le dice mientras se sienta. Cuando lo hace siente que tiene que tragar con fuerza, el vestido marca todo su cuerpo, realzándole los pechos adornados con algunos mechones que caen sobre ellos-Espero que no le haya molestado…

-No es ninguna molestia-Le corta rápidamente escondiéndose detrás de la carta, está demasiado nerviosa y siente que en algún momento el corazón va a terminar por salirse de su pecho.

Tras pedir, el camarero vuelve con la botella de vino en la mano y sirve los platos. Sin mediar palabras empiezan a comer. Esta es la ‘’cita-cena’’ más rara de mi vida Piensa mientras lo mira comer, él levanta la vista varias veces y le sonríe. Está preocupado, no lleva puesto el brazalete ni los pendientes a juego.

-¿Y qué tal tu día? ¿Más relajada sabiendo que sigues trabajando para mí?-Recalca las dos últimas palabras intentando ver la reacción que causan en ella.

-Bastante bien…Y sí, bastante más relajada-Se lleva otra cucharada de risotto de calabaza mientras él sigue todos sus movimientos con la mirada, pendiente de todos sus gestos-Bien…-Sin dudarlo se bebe de golpe el contenido de la copa y la vuelve a llenar-Sin rodeos…¿Qué hacemos aquí?

-Me gusta lo directa que eres-Lleva la mano a su corbata y la suelta un poco, realmente ella lo pone demasiado nervioso, con sus preguntas directas y esa mirada que no aparta por nada. Ella le da una pequeña sonrisa de aceptación y siente que algo se aprieta no sólo bajo sus pantalones. Le gusta su sonrisa…demasiado-Te necesito

-¡¿Qué?!-Siente que la comida se le queda a medio camino y tiene que beber rápidamente. Él está inclinado mirándola con cierta fascinación, observando como sus mejillas se tiñen-¿Perdón?

-Sí. Tu último trabajo ha sido impresionante, los publicistas están encantados, y los directores aún más. Dicen que es impresionante…y que quieren conocerte-Le encanta ver sus reacciones, aunque Noelia intenta disimularlo está emocionada, los ojos le brillan con fuerza-Mañana por la noche cenamos con ellos.

-¿Qué?¿Cenamos? Yo no he dicho que sí en ningún momento…

-Pero ibas a decir que sí ¿Verdad?-Sonríe satisfecho al verla asentir con desdén y terminar su plato. Llama al camarero y le susurra algo al oído, mientras asiente y le hace algunas indicaciones-Vayamos a por el postre

-¿Postre?¿Enserio? Siento como si me hubiese comido una vaca-El ríe ante el comentario y Noelia se congela, nunca lo había visto reír así, fuera del trabajo, sin ser jefe, sin cargas ni obligaciones. Incluso podría pensar que se trataba de una persona normal.

-Venga…no te vas a arrepentir-Esto último lo susurra cerca de su oído enviándole descargas eléctricas por todo su cuerpo. Él pone la mano en su cintura y la lleva hasta la azotea del edificio. Desde allí puede ver toda la ciudad con las luces tintineando y los coches recorriendo las calles-Tu favorito-le dice al conducirla a la mesita que hay allí.

-¿Cómo lo sabes?-Pregunta al ver una proporción de su tarta favorita.

-Me lo dijo Maggie- Afirma llevándose un pedacito de su tarta a la boca.

-Quizás no sea tan mala-Dice para ella misma mientras empieza a deleitarse con el postre, sin duda es la mejor tarta de arándanos que ha probado. Justo al acabar sus postres, entre pequeños diálogos sobre la empresa, comienza a sonar la música.

-¿Bailas?

-¿Celebramos algo?- Joder Noelia, deja de ser tan borde  No puede evitarlo, le lanza una mirada como pidiéndole disculpas, la verdad es que estas cosas no las lleva nada bien. Está acostumbrada a no llegar ni al segundo plato con sus citas.

-Claro-Sin que ella se dé cuenta ya están de pie, con las manos sobre el cuerpo del otro y dejándose llevar por la melodía que llena la azotea-Tu trabajo impecable…

-Vaya, pensé que habías dicho que era lo peor que habías visto en tu vida, y que esa brillantina amarilla te había quitado el sueño durante días- Jamie le lanza una mirada penetrante y ella se encoge un poco contra su cuerpo- Está bien…

-No los llevas…-Le susurra en la oreja a lo que Noelia se aparta mirándolo a los ojos, bueno, más bien interrogándolo-Los pendientes y el brazalete ¿No te gustaron?

-No es eso, no puedo aceptarlos, son demasiado ca...-Iba a decir demasiado caros cuando Jamie la para en seco escrutándola con la mirada.

-Son un regalo Noelia-Es de las pocas veces que dice su nombre con esa autoridad, y siente que las rodillas le tiemblan-Por tu trabajo, por tu esfuerzo, por superarte más cada día y sorprendernos cada vez más-Recoge un mechón de su pelo y lo acaricia antes de ponerlo en su sitio. Noelia está al borde de las lágrimas, ella no está acostumbrada a que le digan cosas como esas, a que le reconozcan su trabajo- Además, no todos los días viene a tu despacho una chica preciosa, con tu seguridad a cantarle las cuarenta a su jefe.

Noelia ríe contra su pecho, no sabe cómo han llegado a esta situación pero le gusta. Jamie se agita y baja la cabeza un poco para observarla. Noelia es tan inaccesible, tan metida en su trabajo, que es imposible verla así…¿Desde cuándo se preocupa él por cosas como su risa? Sacude la cabeza al tiempo que Noelia se separa y las campanadas del reloj de un edificio cercano empiezan a resonar con fuerza.

-Me tengo que ir, ya es tarde.

-Está bien Cenicienta-Ella sonríe por el comentario y cuando lo mira a los ojos él no la está mirando, está perdido en sus labios lo que la hace jadear y parece que se da cuenta, pues la sonrisa no tarda en cruzarle la cara- ¿Te llevo a casa o prefieres ir en el coche que te trajo?

-Prefiero el coche, no es que esté rechazando tu oferta es sólo que quizás vives más lejos o…

-Está bien, no tienes que darme explicaciones ¿Te veo mañana después del trabajo?

Ella se despide con la mano antes de entrar en el coche. Se pasa todo el viaje de vuelta en las nubes, soñando despierta con sus cuerpos pegados Al recordar sus ojos mirando con deseo sus labios el corazón se le acelera tanto que tiene que coger una gran bocanada de aire. Se descalza nada más entrar y desliza el vestido en la cesta. Revisa su móvil y tiene varios whatsapps de Katie y Sabrina, pero ya les contestará mañana, sabe perfectamente que lo entenderán. Eso o llamarán a todas las unidades de rastreo posible.

A la mañana siguiente se despierta media hora antes de que suene el despertador. Se mira en el espejo y no puede evitar reírse. El rímel de anoche lo tiene por toda la cara

-Parezco un panda-Dice mientras se quita el maquillaje. Busca una blusa color rosa palo que transparenta lo justo su sujetador y una falda ajustada negra hasta las rodillas, tacones y ya está preparada para ir a trabajar. Tras desayunar mira las conversaciones con sus amigas.

-Siento no haber contestado, me dejé dormir nada más llegar

-Entonces ¿Llegaste cansada?-Responde Katie seguido de un emoticono picando un ojo. Noelia sonríe mientras se sube en el taxi

-Fuimos a cenar a un restaurante precioso, con un toque francés. Luego bailamos en la azotea…

-Vaya, así que el Señor Dornan además de ser un jefe cabrón sabe bailar- La respuesta de Sabrina la hace reír, ganándose unos ojos en blanco por parte del taxista

-Esta noche vuelvo a cenar con él…Unos publicistas quieren conocerme, dice que les gustó mi trabajo.

-iiNoelia!! Eso es impresionante. Mucha suerte hoy con Satán.

Guarda el móvil cuando se baja del taxi y saluda a Maggie quien le da una sonrisa forzada. Maggie es el tipo de chica que todo hombre se quedaría mirando en la calle, nunca había tenido más que un trato cordial con ella, pero después de lo de anoche, quizás sólo sean prejuicios.  Mete la tarjeta de reconocimiento en la ranura y accede a su despacho. Un café caliente al lado de su mesa la saluda. Buenos días la nota con su letra la hace sonreír y sin pensarlo se lo bebe mientras empieza con su trabajo.

Lleva todo el día leyendo, pegando imágenes unas sobre otras, tirando a la papelera los papeles que no sirven, y desechando documentos en el ordenador. Su turno termina y su móvil vibra en su bolso Nos vemos luego. J.D  Ella sonríe y por un momento se da cuenta de que no se acordaba de la cita, y que necesita comprarse algo urgente, pues lo único que tiene en su armario es ropa para ir a trabajar junto con algunos vaqueros.

Katie y Sabrina no pueden acompañarla pero la obligan a sacarse fotos con todos los modelitos posibles. Finalmente optan por un vestido violeta oscuro, palabra de honor, con pedrería bajo el pecho y largo, pero con una abertura hasta la el muslo bastante sugerente. Ambas están de acuerdo con que ese es perfecto, por lo que Noelia no puede decir que no.

Termina yendo a la peluquería, algo que no le gusta en exceso pero cree que la ocasión lo merece, le ondulan el pelo marcándoselo bastante y recogiéndoselo hacia un solo lado. En casa se maquilla por encima, nunca le han gustado los excesos. Al bajar las escaleras se encuentra con el coche de la noche anterior en la puerta de su portal. El chófer vuelve a sonreírle con esos hoyuelos tan monos y la ayuda a entrar en el coche.

Se da cuenta tarde de que no se ha puesto pendientes, busca su teléfono  para llamar a Katie o Sabrina y se topa con las dos cajitas que le regaló su jefe. Se debate durante minutos hasta que finalmente se pone el brazalete. Busca un espejo de mano y se pone los pendientes que brillan con tanta fuerza que le ilumina el rostro.

El chófer vuelve a abrirle la puerta y nada más salir se topa con Jamie que la mira fijamente. Está impresionante, nunca había sentido esa urgencia de ver a alguien y nada más verla siente que el mundo se le cae encima. Parece que no fuese terrenal, casi de otro mundo. Sus ojos lo estudian y eso lo pone más nervioso, y él no es alguien que pierda el control por nada ni por nadie.

-¿Entramos?-La voz lo saca de sus pensamientos y afirma cogiéndola del brazo, no sin antes pasar segundos mirando sus labios. Una vez dentro, él la dirige hasta una mesa donde se encuentran dos hombres y una mujer.

-Ellos son Nathaniel y Jasper, directores generales de marketing y comunicación-Dice señalando a los dos hombres que le sonríen amablemente, Noelia no sabría cual elegir de los dos, ya que estaban demasiado bien-Ella es Lisa, la mejor relaciones públicas que puedas llegar a conocer

-Encantada Señorita Rivera-Lisa la mira a los ojos torciendo una sonrisa en sus marcados labios rajos. Nathaniel y Jasper la secundan haciéndola sonrojar un poco.

Ya en la mesa y con los platos delante Noelia se fija aún más en los comensales: Jasper es el típico chico que seguramente trae de cabeza a la mitad de la población femenina, pelo castaño, ojos azules y una sonrisa de infarto. Nathaniel seguramente se ocupaba de la otra mitad de la población femenina, pelo castaño, ojos negros penetrantes, y una sonrisa de niño travieso que la volvía loca. Pero sin duda la atención se la llevaba Lisa, con su pelo negro cayendo en rizos perfectos, labios redondeados, ojos grisáceos y un cuerpo espectacular. Pero más que por eso, no podía dejar de mirarla porque no paraba de flirtear con su jefe.

Pasan la comida hablando de sus logros lo que la hace sentirse bastante bien, nunca la han reconocido, nunca nadie se ha parado a darle una palmadita en la espalda a decirle lo bien que lo hace. Incluso, antes de abandonar la casa donde vivía, su madre le había dicho que dejase de soñar, que ya habían demasiados profesionales en el sector. Noelia no puede evitar mirar a su jefe de vez en cuando, para encontrárselo susurrando en el oído de Lisa, la cual tiene su mano sobre la de él.

Nathaniel no deja de mirarla mientras bebe whisky, le parece una mujer totalmente fuera de su alcance, ajena al mundo en el que se encuentra. Una profesional en toda regla, con muros y barreras construidos por ella misma, y a él derribar muros le encanta. Le encantan las mujeres que seguramente hagan que le duela la cabeza, como a todos los hombres.

-Nathan-Jamie lo llama desde el otro lado de la mesa jugando con su mano en la de Lisa- ¿Cuándo te vuelves a ir a Londres? Necesito que vayas por mí a un sitio

-Dentro de dos días si todo sale bien. Sabes que iré sin problemas-Le dice sin casi mirarlo, y eso a Jamie le enfada porque sabe que la está mirando a ella, como si no hubiese nadie más en el local que Noelia- Y dime…¿llevas mucho tiempo trabajando para este tirano?-Noelia se muerde los labios para evitar reírse, pero es un gesto que todos consideran demasiado sexy. Incluso Jamie tiene que mirar para otro lado.

-Dos años y siete meses

-Vaya…y ¿después de tanto tiempo te das cuenta de su talento?-Le pregunta a Jamie y la culpa lo consume, él no se acordaba de que hubiese pasado tanto tiempo, el día que la vio se le ocurrieron todo tipo de obscenidades, pero después se había olvidado entre tantos problemas, y lo único que sabía de ella era por sus trabajos.

-No te preocupes…Nathan- Acorta su nombre y lo dice de un modo bastante sugerente, tanto que hace que su jefe se centre exclusivamente en ellos dos-No es nada del otro mundo, son…

-Son perfectos. He visto todos tus trabajos y cada uno es mejor que el anterior. Jasper y yo queremos ver todos tus trabajos por eso, si no es mucho pedir, nos gustaría que también nos enviases una copia a nosotros- Noelia asiente mientras articula un gracias y Nathan no duda en guiñarle un ojo.

-¡Mirad! Un espectáculo, vamos a verlo ¿sí?-Lisa corta la tensión del momento señalando a los camareros que están preparando un escenario, con luces y demás.  Antes de que Noelia pueda decir nada, Jamie le está tendiendo la mano y ella la acepta.

El primer gesto en toda la noche  Piensa para sí misma y luego ve a Lisa lanzándole un beso No seas celosa, es una simple cena y él es tu jefe, puede hacer lo que quiera con otras fuera del trabajo. Se acercan al escenario y las luces se apagan, quedando encendidas sólo algunas del escenario y otras colocadas estratégicamente. Se pone tensa al sentir el pecho de su jefe contra su espalda. Creo que nunca me cansaré de esta situación

Una bailarina con su acompañante empiezan a bailar acompañados de una canción demasiado erótica para sus oídos, al tiempo que sus cuerpos se entrelazan en figuras. J. tiene sus manos en sus caderas nuevamente. Su olor lo está volviendo loco y se apoya un poco en el lado despejado de su cuello. Noelia jadea y se muerde los labios de nuevo.

Oh don't be shy
You don't have to go blind
Hold me, thrill me, kiss me, kill me

Intenta apartar sus manos pero Noelia es más rápida y las vuelve a poner en sus caderas. No quiere que la suelte, y no hay nadie mirándolos que les pueda decir nada. Se siente tan relajada que se termina apoyando en su pecho, jugando con sus manos. Ignora que cada toque suyo le envía escalofríos por toda la columna. Él necesita tenerla.

-¿Me llevas a casa?-Ella se gira para mirarlo fijamente a los ojos. Sus labios están húmedos por el champán que ha bebido, rojos de mordérselos, y el pelo perfectamente colocado en un lado del hombro. Una combinación caótica que no sabe cuánto podrá resistir.

You don't know how you got here
You just know you want out
Believing in yourself
Almost as much as you doubt
You're a big smash
You wear it like a rash
Star

Él asiente y la acompaña hasta los ascensores del restaurante. Tienen varias plantas por bajar y mientras Noelia mira algo dentro de su bolso aprovecha para darle a todos los pisos, intentando alargar aún más su compañía. El ascensor es más pequeño de lo que pensaba, ella le sonríe a un metro escaso.

Sin pensarlo arremete contra ella, empujándola contra la pared que tiene detrás, acorralándola contra su cuerpo. Ella lo mira a los ojos sorprendida y, segundos más tarde captura sus labios sin ningún tipo de vergüenza. Jamie baja sus manos por su cuerpo hasta su pierna y la pone en su cadera. El vestido de Noelia desvela la apertura que lleva hasta el final de su muslo y se separa para mirar su pierna

Joder… Por una vez en su vida se queda sin palabras, allí con los ojos fijos en la pierna de una mujer impresionante. Sin evitar el impulso agarra su pierna, justo en la parte baja del muslo y besa sus labios con más fuerza, apretando la piel de su muslo. Le encanta que no sea la típica chica delgada, le vuelve loco sentir que puede agarrar su piel y acercarla más a él.  Va a ser mi muerte…

Noelia está perdida entre sus labios, los mordisquea con suavidad para luego introducir su lengua, buscando una guerra que ninguno de los dos puede ganar. En un momento fugaz se le viene la imagen de Lisa, Lisa y su sonrisa perfecta, sus manos entrelazadas y las miradas furtivas, los susurros…todo.

-No…-Lo aparta con el brazo y lo mira fijamente a los ojos. Se siente demasiado tonta en ese instante y sólo quiere huir-Esto no está bien…

-¿Ah no?

-No. Tu eres mi jefe, yo tu empleada, eso es todo. Es la única relación que tiene que haber entre nosotros.

-Noelia…-Él vuelve a acorralarla contra su cuerpo- Sabes que esto es más que una simple relación laboral…quiero tenerte, que seas mía-Noelia lo mira crispada, a punto de gritarle un par de cosas, y pedirle explicaciones sobre lo que hacía con Lisa-Pero vas a ser tú la que me lo pida…

Noelia lo mira a los ojos con el ceño fruncido y tras darle un golpe en el pecho con algo de fuerza, aprieta el botón de apertura de urgencias, quedándose en el cuarto piso y sale corriendo de allí, mientras las palabras de su jefe dan vueltas en su cabeza Vas a ser tú la que me lo pida…

Se levanta de malhumor y rebusca por toda la habitación la ropa para ese día. Las palabras de su jefe siguen ahí junto con los mareos y la fatiga. Recorre descalza el pasillo hasta la cocina y desayuna rápido al ver que pronto tendrá que entrar a trabajar. Se pone los tacones y veinte minutos después está en su oficina, se sorprende al ver que ha llegado temprano. Saluda a Maggie y decide ponerse a trabajar.

No levanta la vista cuando su jefe pasa justo detrás de ella, hace un par de llamadas a algunos publicistas y les habla de los nuevos proyectos. Algunos incluso le ofrecen un puesto de trabajo y tiene que rechazarlos porque sabe que no cobrará lo mismo que en su empresa, y vivir sola en medio de Nueva York es casi un suicidio económico.

Abre el grupo que comparte con sus amigas y les envía un mensaje, contándoles cómo fue la noche y dejando de lado el hecho de que su jefe la acorraló contra la pared de un ascensor y que la besó de una forma que nunca antes había experimentado. Eso era demasiado para contárselos.

Tararea frente al ordenador mientras se come los tallarines que ha pedido al restaurante de la esquina, normalmente suele ir pero hoy el trabajo se le acumula de tal manera que piensa que no va a salir a tiempo. Antes de ponerse a trabajar de nuevo, su móvil suena.

­Hola preciosa, ¿cómo va el trabajo?

Mira el número desconocido en la pantalla y no tiene ni idea de quien pueda ser. No la han llamado preciosa, cariñosamente, desde hace bastante por lo que cree que deben estar equivocados.  Media hora después el teléfono vuelve a sonar.

Noelia no puede evitar reírse y esconde el móvil como si guardase algún tipo de secreto del que nadie puede ser participe, y en cierta medida lo es, porque seguramente si su jefe se enterase tendría que hacer las maletas. Le contesta a Nate mientras hace su trabajo y los mensajes vuelven a llegar cada cinco minutos haciéndola reír cada vez más. No tardan en acumularse mensajes con imágenes graciosas y videos de cachorros de perro haciendo monerias.

Noelia sonríe y se siente como si estuviese de vuelta en el instituto o en la universidad, cuando aún se sonrojaba cuando le pedían una cita. Tiene ganas de decirle que sí, pero son las seis y media de la tarde y aún le queda trabajo. Tras decirle que no puede se enfrasca en su trabajo, sabiendo que quizás no le responda.

Se ríe al ver el emoticono babeando en el mensaje y niega con la cabeza. Le encantan las personas así, divertidas, desenfadadas y terrenales, no como su jefe que parece ser todo menos terrenal. No entiende como una persona tan desenfadada y tan alegre puede ser amigo de su jefe.

-Señorita Rivera- Su espalda se pone rígida al oír su nombre-¿Cómo va el trabajo de hoy?

-Terminado-Le responde sin mirarlo, no quiere mirar a su jefe porque seguramente se ponga de todas las tonalidades existentes de rojo-Sólo falta llevarlo al departamento de imprenta-Rueda la silla para dejarle sitio a su jefe y que pueda ver el trabajo.- El cartel tiene bastantes contrastes, ha costado focalizar toda la luz sobre ella…

Traga saliva al sentir la mano de su jefe en su hombro, disimuladamente rueda los ojos hasta su hombro para comprobar que es real. Suspira y sigue enfocada en el trabajo, enseñándole a Jaime cada uno de los matices.

Jaime la mira como si estuviese fascinado, le encanta como los ojos le brillan cuando habla de su trabajo,  su pasión es implacable y lo demuestra hablando de cada uno de los detalles. A él ese tipo de pasión le vuelve loco. Al principio ella no era más que una máquina de hacer dinero, en el poco tiempo que llevaba trabajando para él, la empresa se había catapultado hasta el puesto número uno, y él se había convertido en uno de los más ricos del mundo. Ahora, después de conocerla un poco mejor, duda de si es sólo un medio para conseguir sus fines.

-Es perfecto-Susurra en su oído y a Noelia se le seca la boca. Da un pequeño salto al sentir los dedos de su jefe casi en el escote de su camisa de botones, con la mano aún en su hombro, como si fuese un accidente.

-Gracias-Se levanta con brusquedad de la silla y recoge sus cosas sin mirarlo, sintiendo sus ojos en ella en cada movimiento que hace-Tengo que irme al departamento de imprenta, gracias otra vez.

Sale del despacho con el móvil en una mano y papeles en otra, una vez entre las máquinas suspira apoyando su cabeza en la pared. No puede quitarse de la cabeza a su jefe susurrándole en el oído, ni tocando la piel de su pecho con sus dedos. Espera a que Jaime salga de su despacho para infiltrarse a hurtadillas. Deja los pendientes y el brazalete de Tiffanys junto a  su ordenador y busca un papel para dejarle una nota.

Sale del despacho observando que nadie haya reparado en ella y saca su teléfono móvil para leer los whatsapps, se muerde el labio algo nerviosa y actualiza el whatsapp hasta que sale el contacto de Nate. Sonríe como una idiota al ver la foto de perfil, alto, pelo castaño y unos ojos penetrantes que volverían locos a cualquiera. ¿Por qué no se habrían conocido antes?

-Pensándolo bien, me apetece ir a esa cafetería ¿Nos vemos en veinte minutos?

El mensaje parpadea en la pantalla y pone los ojos en blanco. A pesar del trabajo, deja el cartel en el departamento de imprenta y sale del edificio despidiéndose de Maggie con un gesto de cabeza.  Pide un taxi y le indica la dirección que Nate le envia a su móvil, la idea de ir en tacones de diez centímetros no es nada tentadora, y tampoco quiere que sus rodillas prueben el asfalto. Sí, con los tacones y la ropa interior siempre hay que ser precavida, o al menos eso es lo que le han dicho Katie y Sabrina.

Dos minutos más tarde está sentada en una mesa de madera pulida, en un local que parece sacado de libro, donde los delantales, tazas y platos comparten el mismo estampado.  Un camarero le trae dos cartas y empieza a ojearlas.

-Te recomiendo el frappé de cappuccino y oreo… ¡Está de muerte!

La voz de Nate la sobresalta, dando un pequeño salto en la silla, cerrando la carta de golpe y dejándola en la mesa. Sonríe al verlo y le cuesta tragar saliva, es mucho más guapo de lo que recordaba, y esos vaqueros rotos con una simple camisa, le quedan de muerte. Se recrea un rato en los músculos de sus brazos.

-¿Y bien?

El camarero la saca de su embelesamiento y mira a Nate, quien la está mirando divertido  Joder, me ha pillado… La sonrisa de Nate se va haciendo más grande mientras ella se sonroja cada vez más. Sólo asiente cuando Nate le pregunta si está de acuerdo con los frappuccinos de oreo.

-Te noto cansada ¿estás bien?

-Sí. Demasiado trabajo para un solo día

-Tu jefe es un capullo, pero no se lo digas ¿Vale? Que luego serás la culpable de que mi cuerpo aparezca sin vida flotando en algún río

Se ríen un rato hasta que una camarera les pone el pedido en la mesa, sonríe al ver el vaso hasta arriba decorado con nata, trocitos de galleta, y siropes. No puede evitar mirar a Nate, que parece que está abriendo los regalos el día de Navidad,  jugueteando con las galletas y la nata.

-¡¡Dios!!Está buenísimo-Dice una vez que lo prueba y sonríe a Nate quien mordisquea una oreo

-Te lo dije. Me encanta este sitio, llevo viniendo desde que tengo uso de razón. Por cierto, estas preciosa hoy…

El teléfono los interrumpe antes de que Noelia pueda escuchar lo último. Abre el teléfono y en la pantalla parpadea la notificación de mensajes.

Tenemos que hablar-J.D

Ahora mismo estoy bastante ocupada. Hasta luego. –N.R

Suspira resignada, odia que su jefe crea que pueda ordenarle cualquier cosa, y ella odia los imperativos. Le sonríe a Nate tirando el móvil al final del bolso y siguen hablando de cosas sin importancia, de los vestidos que lucirán las famosas en la alfombra roja, de los próximos estrenos, de las ganas de playa, los viajes de Nate, le encanta todo.

-¡Cuéntame más de ti! Eres muy interesante y divertida…

-Pues no sé…

-¡Vamos! Seguro que tienes mil aficiones, pasatiempos, amigas, háblame de eso.

-Bueno…pues me encanta leer, las series, las películas, odio el deporte…-Sonríe y coge aire, siente que sus propias palabras la atropellan-Y bueno tengo dos amigas peculiares, de hace muchos años, son alocadas y buenas consejeras ¿Has visto los dibujos cuando sale un diablito y un ángel como si fuesen la conciencia? Pues son algo así…

-Vaya, pues sí que estás bastante ocupada

La voz gélida a sus espaldas los hace mirar a ambos para encontrarse a Jamie mirándolos con los ojos encendidos en rabia, como si estuviese realmente enfadado. Noelia lo examina analizando cada raya del traje, cada botón, tanto que no se da cuenta de que la está mirando. El corazón se le para cuando ve sus ojos clavados única y exclusivamente en ella, como si no existiese nadie más, como si fuese parte de uno de los postres de la carta.

-Sí, estoy ocupada, terminé mi trabajo y vine a pasar el tiempo con un amigo-Le dice pausada y con calma mientras observa como sus ojos se oscurecen aún más, como si la ira los alimentase.

-Fui a tu oficina a darte unos papeles pero no estabas, y tampoco me contestaron al teléfono, no sé porque no me sorprende verte aquí mirando entre las faldas de las camareras-Deja caer unas carpetas delante de Nate y un sobre de color gris con sus iniciales grabadas y asiente con la cabeza en una conversación en la que Noelia no puede entender nada- Y a usted-Dice fulminando a Noelia con la mirada- la veo mañana en la oficina. Sigan disfrutando de la compañía

-¿Siempre es así de gruñón?

-Sí…-Noelia responde mirando su bebida o lo que quedaba de ella. Su jefe le ha quitado las ganas de todo y no quiere pagar su hastío con Nate- Voy a irme ya…que es tarde y tengo que terminar algunas cosas…¿Nos vemos otro día?-Le da la mejor de sus sonrisas y él asiente

-Al menos deja que te acompañe hasta que encuentres taxi-Nate ofrece su brazo y  Noelia no duda en aceptar, entrelazando su mano en su brazo. –Parece que va a llover-Dice despreocupadamente mientras mira hacia el cielo. Cuando llega el taxi y Noelia se sube en él le da una sonrisa-Hasta la próxima preciosa-Le pica un ojo y se dirige a la ventanilla del taxista-Mas te vale que llegue sana y salva, me he quedado con su matrícula y tengo un dispositivo de seguimiento que…

-¡Nate!-Noelia estalla a carcajadas y él le sonríe antes de que el taxi se ponga en movimiento. Lo despide con la mano y cuando han pasado la calle apoya la mejilla en el cristal, con la vista perdida en la multitud de edificios que pasan a su alrededor-Muchas gracias-Le da el dinero al taxista, dejando algo de propina como acostumbra y camina hacia el portal.

-Señorita Rivera…-Noelia reconocería esa voz hasta en el mismísimo infierno. Se gira lentamente sobre sus tacones y se encuentra con la mirada de su jefe, con esos ojos que son acero puro

-¿Se ha perdido? Porque si no es así es muy creepy que usted esté por esta zona

-Yo no quería llegar a esto…

-Hombre, no es el mejor barrio de la ciudad ni el más seguro pero no está tan mal…

-No me refiero a eso-Se acerca a ella y Noelia se da cuenta que había estado apoyado en su coche negro de último modelo. Los hombres y sus ‘’niños’’ Piensa cuando su jefe le da un último vistazo al coche como si quisiese asegurarse de que sigue ahí- Me refiero a esto-Dice señalándose a él mismo y luego a ella- A esperarte fuera de la cafetería y seguir al puto taxi para asegurarme que llegues bien…

Noelia se sonroja al oír la confesión de su jefe ¿Por qué se preocupaba tanto? A penas se conocen y tampoco es para tanto. Una corriente la atraviesa cuando siente la mano de su jefe en el hombro, acariciándolo y quemándola con la mirada

-Yo…bueno…

No la deja hablar más. La agarra con fuerza del cuello y tira hacia él dándole un beso posesivo y desesperado. Llevaba toda la tarde pensando en ella, enfadado y con ganas de reprocharle lo de sus pendientes, cuando había visto la caja de Tiffanys en su mesa había sentido la necesidad de azotarla hasta que volviese a aceptarlos. Menos mal que el control era su punto fuerte.

Noelia parpadea varias veces, como si intentase despertar de un sueño, un buen sueño. A la vista de que no lo es, cierra los ojos y se deja llevar por el beso. Perfecto Noelia, hace media hora querías matarlo y ahora sólo piensas en quitarle el traje. Suspira en su boca cuando la levanta en peso, haciéndola pasar las piernas por sus caderas, la verdad es que él nunca se imaginó estar besando a una de sus empleadas de esa forma en un barrio de lo más siniestro.

-Segundo piso.

Noelia susurra en su oído con una sonrisa que le cruza la cara para luego entrar en el portal de su casa. El camino hacia su piso está lleno de besos, caricias y risas. Cuando introduce la llave de su piso las manos de su jefe están en sus caderas, inmovilizándola contra la pared y volviéndola a besar con más pasión. Quería besarla durante horas. Ella responde pasando las piernas por sus caderas, clavando sus pechos en el torso de Jamie, el cual gruñe al sentirlos.

-¿Estás tratando de matarme Señorita Rivera?-Le pregunta a Noelia cuando siente sus caderas rodar encima de sus pantalones.

-Tengo planes en la cabeza que son mucho mejor que la muerte-Le susurra en el oído al tiempo que desliza su mano por su pantalón. En un movimiento rápido  él le coloca las manos sobre la cabeza, impidiendo que pueda moverlas.

Luego su boca se encuentra de nuevo con la de ella, saboreando cada parte de su boca, reclamando cada centímetro. Su deseo por ella no hacía más que crecer, correr por sus venas como si fuese fuego, quemando cada centímetro de su cuerpo.

Antes de que pueda decir nada se encuentra tumbada en la alfombra de su habitación, con él encima presionando todo su cuerpo, quitándole la ropa pieza por pieza, deleitándose con sus curvas y el tono de su piel que lo invitan a pasar las manos por cada centímetro de piel. Se aparta un poco para mirarla, la ropa interior algo descolocada y los labios hinchados, está preciosa.

Ella arquea la espalda y se lleva las manos a la parte trasera soltando su sujetador. El click del cierre lo hace estar aún más duro, enviando escalofríos por su cuerpo. Hunde su cabeza en sus pechos cuando retira el sujetador, deslizando su lengua por cada uno, sonriendo cada vez que Noelia gime. Esto era mejor de lo que él había pensado cada vez que le miraba el pecho en la oficina, intentando ver a través de aquellas camisas de botones.

Sus dedos no pierden el camino cuando bajan por su vientre y se detienen sobre la ropa interior, acariciándola y burlándose de ella al mismo tiempo, haciéndola dar pequeños gemidos. Si algo ha aprendido durante el tiempo que lleva con ella, es que le encantan los ruiditos que hace cuando la toca. Muerde uno de sus pezones al tiempo que rueda su ropa interior, tocando su piel directamente con los dedos

-¡¿Noelia?!-La voz que proviene de la entrada les hace dar un salto.

-¿Katie?-Murmura mientras busca con la mano su ropa y mirando algo avergonzada a su jefe, como si hasta ahora no hubiese sido consciente de lo que estaba pasando.

-Sí, vengo con Sabrina ¿Es un mal momento?-La oye caminar por la sala y cierra los ojos

-No, ya voy, acabo de salir de la ducha y estoy poniéndome el pijama.

-¿En qué momento pensaste que dar las llaves a tus amigas es buena idea?-Le pregunta colocándose los pantalones, ganándose una mirada de odio de Noelia, quien ya tiene el pijama.

-Eso es asunto mío-Le dice colocándose en la puerta- Ahora te vas a quedar ahí, y dentro de cinco minutos sales por la puerta, ellas no te van a ver-Sin decir más sale de la habitación camino a la sala- Katie, Sabrina ¡qué sorpresa! ¿Queréis algo?

-No, hemos sido nosotras las que hemos traído la cena-Sabrina le sonríe sentándose en el amplio sofá, y Noelia da las gracias de haber colocado el sofá contra el arco de la sala, bloqueando la vista del pasillo desde ese ángulo.

-¿Y eso?-Murmura apoyada en el arco de la puerta y ve a Jamie salir de su habitación con el traje completamente impecable. Coge el mando de la televisión y la enciende sabiendo que están dando la serie favorita de las tres.

-Bueno, pues como nos has mandado un whatsapp diciendo que tu jefe es un estirado y un prepotente, supusimos que no has tenido un buen día. Así que  hemos traído tu cena favorita.

-Gracias-Noelia les sonríe y se siente un poco culpable. Casi se había acostado con su jefe, ese al que había llamado de todo. Suspira aliviada sabiendo que no ha podido oírlas. -Sois las mejores-Dice colocándose entre Katie y Sabrina repartiéndose la cena entre ellas.

-Por cierto, en la entrada hay un cochazo-Katie la mira y Noelia se hace la sorprendida-No me fije mucho porque la iluminación es horrible, pero debe haber costado un ojo de la cara ¿Tienes algún vecino rico?

-No, ni idea. Ni siquiera lo he visto-Les dice mintiendo con la mirada fija en la pantalla. El karma se lo iba a pagar muy caro…

Pasa la noche con Katie y Sabrina, pasándose los platos las unas a las otras y bebiendo vino. Cuando se van recoge todo minuciosamente, ellas se habían empeñado en ayudarla pero ellas ya habían hecho bastante trayendo la cena. Tras meter los platos en el lavavajillas se dirige a su habitación, metiéndose en la cama con un suspiro. Cuando está a punto de dormir su móvil suena.